La vida del campo me es esquiva
Pongo empeño, aprendo mucho, me esfuerzo.
No obstante, de las 17 gallinas que nos regalaron, quedan 12.
Solían venir un par de cabras para comer las hierbas, pero dejaron de hacerlo y procedieron a comerse las cortezas de los naranjos, dejándonos una selva en el suelo y unos árboles convalecientes.
Nuestros perros parecían contentos y relajados, sin embargo, han recogido los restos de una liebre, una lechuza, dos gatos, una paloma, una culebra, muchos pajaritos, etc., que han ido dejando generosamente en el jardín para que verifiquemos su eficacia como cazadores.
El huerto, ahora inerte, está enterrado bajo una montaña de rastrojos que acumulé en mi desastrosa poda, donde la única gallina que se ha atrevido a reproducirse, está consiguiendo el empollado más largo jamás contado para las gallináceas, y seguro terminará siendo un fracaso –ya se ha pasado 4 días del tiempo teórico sin un solo polluelo– porque es antipática, peleona y nunca ha encontrado al gallo con disposición de entablar siquiera conversación.
Las plantas procuro regarlas y tenerlas bajo control, pero a los perros les divierte mucho aplastarlas.
La vida en el campo, en medio de la naturaleza, es muy entretenida si la miras de lejos. Si eres urbanita, gusta mucho visitarla en verano unos días para disfrutarla, arreglada y al cuidado de otros.
La naturaleza, a mí me odia y me quiere fuera. A lo mejor sabe que me preocupa solamente que me llega un mega de ancho de banda de Internet…
¿O le soy yo esquivo a la vida del campo?
JLVL
No obstante, de las 17 gallinas que nos regalaron, quedan 12.
Solían venir un par de cabras para comer las hierbas, pero dejaron de hacerlo y procedieron a comerse las cortezas de los naranjos, dejándonos una selva en el suelo y unos árboles convalecientes.
Nuestros perros parecían contentos y relajados, sin embargo, han recogido los restos de una liebre, una lechuza, dos gatos, una paloma, una culebra, muchos pajaritos, etc., que han ido dejando generosamente en el jardín para que verifiquemos su eficacia como cazadores.
El huerto, ahora inerte, está enterrado bajo una montaña de rastrojos que acumulé en mi desastrosa poda, donde la única gallina que se ha atrevido a reproducirse, está consiguiendo el empollado más largo jamás contado para las gallináceas, y seguro terminará siendo un fracaso –ya se ha pasado 4 días del tiempo teórico sin un solo polluelo– porque es antipática, peleona y nunca ha encontrado al gallo con disposición de entablar siquiera conversación.
Las plantas procuro regarlas y tenerlas bajo control, pero a los perros les divierte mucho aplastarlas.
La vida en el campo, en medio de la naturaleza, es muy entretenida si la miras de lejos. Si eres urbanita, gusta mucho visitarla en verano unos días para disfrutarla, arreglada y al cuidado de otros.
La naturaleza, a mí me odia y me quiere fuera. A lo mejor sabe que me preocupa solamente que me llega un mega de ancho de banda de Internet…
¿O le soy yo esquivo a la vida del campo?
JLVL
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