El más allá

Cuando morí, resultó que todo era cierto, lo que yo creía y había aprendido y todo lo que los demás creían, seguían, profesaban o sostenían.
La oferta es variadísima y para todos los gustos, está el Cielo con un San Pedro muy atareado con una llave inmensa, abriendo y cerrando una y otra vez un portón gigante, que es el sitio al que me dirigí inmediatamente, por seguridad.
El Nirvana un poco más retirado, con indicaciones en el suelo de los pasillos para encontrarlo sin perderse, una amplia calle que te dirige al infierno, lleno de buenas y malas gentes, hay de todo, incluso algún eremita santón, que pasea por las calderas hirvientes para probar experiencias que nunca tuvo.
A medio camino una especie de parque temático que anuncia “Purgatorio”, que está cerrado temporalmente por obras (se dice que la negación en la tierra de este sitio en algún tiempo, ha obligado a los ocupantes a redistribuirse, mientras se le busca al espacio otra utilidad para cualquier nueva secta con un buen número de seguidores, porque el espacio es infinito y de algo servirá).
Hay una gran salón de recepción para los ateos, que pasan el tiempo fumando cosas, porque lo tienen permitido, y miran a los de fuera sin ganas de hablar de nada.
Puedes caminar y caminar sin llegar a ningún lado, mientras (si tienes dudas sobre tu procesamiento, en el caso de que tengas juicio final -algunos muy dramáticos, y otros a trompetazos y multitudinarios, pero rapiditos-), visitas las demás posibilidades, ya que todos aquí son conscientes de que el periodo de vida humana es insuficiente para conocer las bondades o infortunios de todo lo catálogo en el más allá.
Hay una entrada muy curiosa y decorada tétricamente que llega desde arriba, aunque la concepción del espacio se pierde rápidamente, porque tarde o temprano apareces mirándole los pies a los vecinos. Por esta entrada bajan los recién llegados, a lo que piensan que es el inframundo, y es cierto, como ya advertí, todo es cierto.
Cuando llegas te pierdes un poco, porque solo entiendes lo que tus creencias te permiten, pero enseguida te dan folletos de todo tipo que se traducen a tu lengua, a glifos o dibujitos que puedes comprender aún si eres analfabeto. Pero todo está clarísimo.
Te sorprende un poco ver a tanta gente haciendo cola para conocer a Zeus. Otros dioses menores atienden en cubículos las dudas de los que empiezan a creer en las viejas deidades, porque tienen propuestas interesantes sobre esta nueva irrealidad.
Los budistas lo llevan con un poco más de dificultad, porque son no teístas y multitud; entre todos tratamos de asesorarlos.
Puedes preguntar a quien te parezca y puedes creer intemporalmente en otras cosas, incluido convertirte en polvo de estrellas y perderte en el universo, pero dicen que es tedioso.
Últimamente se está probando mucho lo de la reencarnación, por eso crece tanto la población de oriente medio. Hay muchos que lo prueban, a pesar de que se advierte desde un primer momento de que te puede tocar ser insecto, ameba o cilantro, que son la mayor parte de las posibilidades, además de que por imperativo de fe no podrás recordarlo nunca. De esta manera se sabe que los que se dicen reencarnados mienten, y pagarán su pena por mentirosos según la religión en la cual hayan decidido trascender de la vida.
Lo que sobra es tiempo, así que una vez aquí, aunque no es un lugar que exista (salvo para los existencialistas, que tienen las ideas muy confusas con lo de la objetividad, pero tarde o temprano se les pasa), puedes convertirte a cualquier creencia, religión o negación de las mismas, lo que no es posible es conocer “personajes”, eso no, todos somos en esencia iguales. Los únicos identificables son las figuras religiosas de todos los tiempos, desde una Piedra Gorda que aún no he visitado, hasta Kongsang, Coatlicue, Marte, Odin, y todos los que han significado algo en la creencia de al menos una persona, y es curioso, porque no los ves, pero los sabes allí. En la sala de Júpiter, por ejemplo, él solo te invade, no es que pierdas la vista por una gran luz ni nada, porque no existen ni la luz ni las presencias, simplemente sales de allí, diciendo; ¡Qué tipo más interesante!.
Yo tuve una muerte terrible por motivos religiosos, aunque nunca esgrimí ningún argumento religioso para pelear, en teoría mi religión era amor al prójimo. Pero resulta que aquel atentado era de unos extremistas cruzados que llegaron a mi aldea y me clavaron una lanza de mala manera y sin preguntar…. Corrí después de ver una visión rapidísima de mis recuerdos por unos segundos, y una luz, como en un túnel… esto último no es verdad, pero queda muy bien con los colegas de pasillo contarlo, aunque todos saben la verdad cuando se llega aquí…
¡Ah!, esto es muy importante. Aquí todo se sabe, basta encontrarte con alguien para saberlo todo, no existe la mentira, ni los prejuicios. Si tú le dices a alguien que tiene que arrepentirse, enseguida te tildarán de católico, judío o anglicano, y luego reímos mucho, porque los chistes de religiones son de lo más apreciado.
Respecto a las épocas de todo cuanto hay aquí, no puedo decir mucho, hay gente nueva que llega de hace miles de años, reencarnados que pasan una y otra vez, incluso en orden inverso, familiares míos de decenas de generaciones que nunca sabré, incluso cosas bastante informes que pasan por aquí y que como no he conocido, no sé “toda la verdad”, hasta que me los cruce, pero serán posibilidades de vida más allá del universo conocido, seguramente.
La vida después de la vida es muy interesante, sempiterna y poco clara, aunque puedes saberlo todo, nadie se entera de nada, algunos, cansados de esta basta incongruencia, deciden estancarse en una sola religión y seguir el destino de sus creencias. Más o menos como antes de llegar, pero es porque están hastiados de buscar la razón última del Ser, cuando deberían saber que no Son. Igual que antes de llegar.
Acabo de encontrarme con el Monje Cruzado que me clavó la infame lanza. ¡Pobrecillo!, tenía sus razones, espero cambie de religión, porque su futuro pinta muy oscuro, le voy a recomendar una pequeña selección de extremistas que le permiten gozar por la eternidad a cambio del mal deseo del resto de los vivientes.
No voy a descansar en paz, porque esto es un maremagnum, me parece a mí, a menos que busque en mis ideales adolescentes en los que sería feliz para siempre.

JLVL

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