No tengo nada que decir
Hace unos 30 años Lourdes López nos sorprendió en clase; nos dejó juzgar
a los medios de comunicación por mentirosos, vacuos, incultos,
irresponsables y poco profundos. Luego nos dio 1 minuto a cada uno para
hablar como tuviésemos ese tiempo en televisión y decir lo que
consideráramos, probando hacer así buena televisión. Podríamos hablar de
lo que fuera.
El resultado fue variopinto, unos hablaron de la paz mundial, otros del amor, uno más de la cerveza, y casi todos nos quedamos en blanco después de 25 segundos de un mensaje que pensábamos mientras todo sucedía. Éramos nosotros los vacuos, ignorantes etc.
Fue una lección enorme y desde entonces empecé a pensar que algo importante podría tocarme decir algún día y debería que tenerlo claro.
Otra gran enseñanza fue cuando ella misma citó la frase de Andy Warhol “In the future, everyone will be world-famous for 15 minutes” que dijo en Estocolmo –Warhol, Lulú estaba con nosotros– mientras analizábamos el futuro de los mass media.
Así que combiné ambas cosas y el reto aumentó de 1 minuto a 15. Me afectó de tal manera, que cuando veo a algún reportero en la calle haciendo preguntas para la radio, la prensa o la Tv (y últimamente para cualquier encuesta también) me alejo espantado, me cambio de banqueta o hago como que llamo por teléfono. No quiero malgastar mi oportunidad, porque han pasado años y aún no sé qué decir, no tengo nada importante que contarles, y sí miedo a pasar desapercibido en la ocasión de ir más allá con mi oportunidad de fama.
No tengo ni creencias firmes, ni convicciones irrebatibles. Es más ni siquiera se a quién se lo debo decir, pospongo mis minutos para ocasión más importante.
Tal vez la clave sea la espontaneidad y la ocasión única que nunca valoro lo suficiente. Por ejemplo, mi gata no me deja escribir estas palabras porque el teclado le resulta cómodo. La voy a dejar que se desparrame en las teclas, la miraré y le repetiré durante un minuto seguido: “Ramona; me ha salido un granito”.
¿Lo ves?, no me extraña no haberme sacado el título de comunicólogo. Viviré en esta ignominia.
JLVL
El resultado fue variopinto, unos hablaron de la paz mundial, otros del amor, uno más de la cerveza, y casi todos nos quedamos en blanco después de 25 segundos de un mensaje que pensábamos mientras todo sucedía. Éramos nosotros los vacuos, ignorantes etc.
Fue una lección enorme y desde entonces empecé a pensar que algo importante podría tocarme decir algún día y debería que tenerlo claro.
Otra gran enseñanza fue cuando ella misma citó la frase de Andy Warhol “In the future, everyone will be world-famous for 15 minutes” que dijo en Estocolmo –Warhol, Lulú estaba con nosotros– mientras analizábamos el futuro de los mass media.
Así que combiné ambas cosas y el reto aumentó de 1 minuto a 15. Me afectó de tal manera, que cuando veo a algún reportero en la calle haciendo preguntas para la radio, la prensa o la Tv (y últimamente para cualquier encuesta también) me alejo espantado, me cambio de banqueta o hago como que llamo por teléfono. No quiero malgastar mi oportunidad, porque han pasado años y aún no sé qué decir, no tengo nada importante que contarles, y sí miedo a pasar desapercibido en la ocasión de ir más allá con mi oportunidad de fama.
No tengo ni creencias firmes, ni convicciones irrebatibles. Es más ni siquiera se a quién se lo debo decir, pospongo mis minutos para ocasión más importante.
Tal vez la clave sea la espontaneidad y la ocasión única que nunca valoro lo suficiente. Por ejemplo, mi gata no me deja escribir estas palabras porque el teclado le resulta cómodo. La voy a dejar que se desparrame en las teclas, la miraré y le repetiré durante un minuto seguido: “Ramona; me ha salido un granito”.
¿Lo ves?, no me extraña no haberme sacado el título de comunicólogo. Viviré en esta ignominia.
JLVL
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