Entrepreneur

El terreno, que contiene una edificación medio derruida frente a mi casa, fue comprada por 50,000€ no obstante podría valer 5 veces más.
–¡Qué suerte!–, le dije a otro vecino.
–Sí, es una ganga–, contestó él; pero yo me refería al hecho de tener 50,000€. Así es mi relación con el mundo de los negocios. Agua y aceite, limón y leche.
He pensado mucho tratando de generar grandes ideas de garage que me saquen de la inopia algún día, como los emprendedores que veía en la revista “entrepreneur”, éxitos empresariales de pequeños esfuerzos, ideas brillantes super rentables por su simplicidad y gran impacto.
He tenido algunas, por ejemplo; una vez, sentado en el WC en casa ajena, no pude alcanzar ningún bote para leer mientras desahogaba mis intestinos… ¡Claro, una app que contuviera miles de prospectos de shampoo, pasta de dientes, desodorantes, acondicionadores etc.!. Al momento de tomar posesión del trono, la app te geolocaliza, y dependiendo de tu perfil -por ejemplo, si eres calvo, no leerás prospectos de fijador para el pelo- te da unos cuantos productos para leer prospectos, ingredientes, modos de aplicación y hasta fechas de caducidad si procede. Evidentemente una app sin futuro.
Otra de mis grandes ideas sería un “confusor de noticias”. Ésta es más ingeniosa y divertida. Descargarías mi app confusora, desde la que puedes leer cualquier periódico online, pero… cambia las fotografías de orden, así que puedes leer (noticias de hoy):
•Renegociación del TLCAN será como una montaña rusa; habrá días peores: Guajardo… / la foto es la de Roger Moore en 007
• A prisión, un diputado leal al presidente de Brasil… /veo la foto de Melania Trump con el Papa.
• Rusia intervino sin pudor en el proceso electoral de EU: ex director de la CIA / la imagen esta vez es la esposa del presidente Peña repartiendo regalitos…
Te informas, te ríes y reflexionas filosóficamente en la postverdad.
Responde seriamente: ¿Pagarías algo por esta mierda de apps? ¡Ni gratis!.
Cuando ojeo la revista y veo al emprendedor tan mono, tan bien vestido, tan ocupado y acelerado, me pregunto si podrá sentarse un rato a tomar un tequila reposado (él, el tequila puede ser añejo también), y no lo veo. Creo que estará mirando el celular cada dos por tres, y en medio de un brindis me dirá –Perdona un segundo…–, y se girará para hablar bajito con cara de preocupación o de encabronamiento con voz altísima.
Bueno, no podré ser un gran empresario, pero este tequilita que tengo en manos no puede esperar. ¡Salud!
…¡¿Y una app que mande “salud” a nuestros amigos y ellos ganen puntos hasta ganar una botella de tequila con descuento del patrocinador?!… pfff.
Salud otra vez. Tengo que dedicarme a lo que sé hacer y no interrumpir nunca un caballito de tequila.

JLVL

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