Una noche increíble


La duda me corroe desde aquella noche, nos conocimos en Milán donde ella trabajaba organizando conciertos tan habituales en la cultura italiana, yo estaba allí por casualidad, como todas las cosas importantes en mi vida por buenas o por trágicas.
Acompañaba a una famosa banda de jóvenes borrachos, atractivos  y descerebrados que estaban encantados con mi trabajo creativo como diseñador de escenarios y debido a que la paga no era muy onerosa me llevaban en su gira y podía conocer mundo por poco dinero.
Durante el concierto nos mezclamos el Staff  del Pallasport en el que se desarrollaba el concierto, y la Crew de la banda. Mi italiano no era muy bueno, pero podía distinguir al menos que "presta" no era lo que se podría imaginar, que "largo" en realidad es "ancho", cosa que provoca regularmente divertidísimas confusiones, y otras más... "salire" es subir, "nudo" es "desnudo", "pronto" es "listo"... en fin varias palabras que si lo pienso quizá evitaron una noche de desaires. Quizá.
Como ni a ella ni a mí nos gustaba la música del grupo y teníamos dos horas para aburrirnos en la oficina con aquél "pfum pfum" de fondo, entablamos una conversación acerca de cultura, de cine, de viajes y de ensoñaciones. Hice un par de chascarrillos básicos que no le gustaron y finalmente la besé. Luego hablamos de comida y decidimos que la noche era larga y quedamos en ir a cenar al finalizar el concierto, porque a mí las juergas posteriores de los músicos me alteraban con tanta gente que te saluda dos veces sin tener porqué y a ella le bastaba ajustar las cuentas de la taquilla, sellar un sobre enorme con la recaudación, depositarlo en una caja fuerte y huir.
Me llevó a una trattoria fantástica, yo pedí asintiendo a algo sin saber qué era lo que me ofrecían, me miró con extrañeza por pedir un antipasto como un segundo. Ella cenó muy bien.
Terminamos la botella de vino exquisita y seguimos con la charla cada vez más confusa intentando mezclar italiano, español e inglés. Los italianos nos corresponden pensando que entienden el español como nosotros su lengua y todos nos equivocamos, ellos meten una "s" al final de todo y nosotros un "ini"; un desastre.
Estábamos comodísimos, sonrientes y sin nada que perder. Ambos intuimos que queríamos ir al cine si era posible, se exhibía la versión original de un film que no recuerdo, pero que había ganado algún premio importante, lo sé porque dijimos mucho: "Cannes... grande... Palma d'oro!... great film!... ¡debe estar chidísima!".
Intenté pagar la cuenta y ella se negó, agradecí mucho la independencia de la mujer europea cuando de reojo vi el montante. Me ofrecí, claro está, a invitar las entradas del cine.
El cine era una especie de sala de autor, pequeña acogedora y con personas muy raras, no había publicidad ni palomitas pero sí una barra de cocktails.
Era muy larga la historia y muy confusa, con subtítulos en italiano que yo intentaba traducir a la velocidad del rayo, pero sucumbí y me dejé llevar por las imágenes.
Ya se cumplían las dos horas de película cuando el protagonista toma un coche en un plano largo y tedioso en el que me dio tiempo a ver a mi acompañante varias veces cabecear,  el coche se alejaba desde el primer plano hasta el fondo minúsculo de una calle recta y larguísima. En ese momento preciso vi por el rabillo del ojo el cabezazo final y sus ojos cerrados, en el mismo instante en el que el coche de la pantalla giraba a la derecha se hacía un fundido a negro y empezaban los créditos. Le di un codazo discreto.
Estuvimos atentos a los créditos finales por respeto a la cultura más que otra cosa, porque estaban en cirílico.
Era ya de madrugada y ella me convenció sin mucho empeño en no volver al hotel y quedarme en su apartamento que disponía de dos habitaciones libres además del sofá de la sala donde podría dormir. Acepté y luego me pidió disculpas por haberse quedado dormida, me preguntó qué había pasado en la trama y yo desplegué toda mi fantasía en contarle una historia falsa, porque su "coyotito" había durado en realidad segundo y medio, le inventé una trama incongruente que ella rebatía diciendo " Non è possibile!", toda indignada por una película tan interesante con un final tan estúpido.
El camino de vuelta lo hicimos a pie en poco más de 20 minutos que me dieron para muchos giros de guión inventados. Finalmente y preparándome para una serena copa final y sus consecuencias, visto que ya éramos íntimos, le conté la verdad de mi ocurrencia con risas sonoras que me recriminó diciéndome que no estábamos en España, que allí la gente dormía a esa hora.
Entramos en el amplio apartamento un poco serios, pero intentamos seguir la conversación, era evidente que le había parecido que me burlaba de ella, luego supuse una reconciliación cuando abrió una botella de Chianti. Recuerdo que era buenísima también la segunda... solo eso.
Por la mañana me despertó agitándome la cabeza en el reposabrazos del sofá alertándome que la Crew me buscaba porque debíamos partir a Bologna de inmediato para el siguiente show.
Aturdido le pregunté qué había pasado, y ella acabó nuestra relación diciendo:
¡Uff , fue una noche increíble!
JLVL

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