Clases de Italianini


La eficacia en la enseñanza depende por una parte de los conocimientos, y por otra del método.
Todos hemos tenido profesores enciclopédicos que no eran capaces de transmitirnos conocimiento alguno, por ejemplo mi laureado profesor de estadística  doctorado en matemáticas por la Université Panthéon-Sorbonne de Paris, del que solo recuerdo que no era alto, y por la  otra parte al primero que me dio clases de italiano, materia de la que no tenía la menor idea y sin embargo nos regaló las bases de tan bello idioma al menos 3 semestres y que no he olvidado jamás. 
Para proteger su identidad lo llamaré D.M.H. (porque se hacía llamar Don Miguel Hernández), era un cura muy grandote seguramente descendiente de españoles, cuya fisonomía pudo servir de modelo a Quino para dibujar al padre de Manolito en las historietas de Mafalda; esto lo intuí muchos años después.
D.M.H. se enfrentó al reto de enseñarnos Italiano armado con dos maletines, uno contenía una cassettera bastante grande que parecía un radiotransmisor de la segunda guerra mundial y cuyo dial en la parte superior tenía la forma de una brújula militar también. Y en el otro maletín la colección de cassettes "aprender italiano" de Planeta de Agostini, que llevaban un color por cada nivel de enseñanza con sus respectivos cuadernillos. Creo que en los tres semestres nos quedamos siempre en los de color café.
Era muy metódico, y los primeros minutos consistían en desplegar el cablerío, situar cada elemento en un lugar específico y hacer una pequeña prueba de sonido con su respectivo "clac" (play) –Io sono... Tu sei...  Egli è...– "clac" (stop)... "clac" (rewind) ggggggg  "clac" (stop), "clac" (play) Io so... "clac" (pause). –Vamos a empezar–, decía: "clac" (play) ...no... Tu sei... Egli è... etc.
  
Ni D.M.H. ni nosotros teníamos idea del Italiano, pero él usaba su seguridad y ante cualquier pregunta respondía: "clac" (stop), clac "rewind" o "forward", según el caso, "clac" (play), yo aprendí bastante. Y no pienses que resultó baladí, hace unos años cuando mi hija cursaba la secundaria y me preguntaba por conocimientos que yo no tenía, le respondía (sin "clac", claro): "¿Has mirado el libro?", ella lo buscaba y encontraba la respuesta... ¡Métodoooo!.
Durante las clases de italiano una vez me asaltó una duda acerca del sonido "Z" que en italiano se pronuncia "ts". –¿Si por "pizza", decimos "pitsa", qué pasaría si se escribiera "piza"?–, D.M.H. alzó la mirada hasta fijar mis ojos, levantó su cuerpezote porque ese día estaba afónico, se me acercó y me dijo: "Si quieres profundizar, estudia más". Y volvió al estrado a claquear el rewind.
El método no lo es todo, porque estoy seguro de que a muchos de mis compañeros no se les quedó gran cosa del curso de italiano, pero a mí me sirvió de base para el futuro porque decenios más tarde pude incluso vivir y trabajar por aquellas tierras. A decir verdad resultaba divertido, a algunos nos interesó y a la totalidad nos resultaba chistoso decir cosas como: "Mi permette il suo orologio", "Piccola donna" y cualquier cosa que nos sonara a doble sentido en castellano, y las calificaciones eran siempre de 6 pa'rriba.
Para ser justos, aclaro que el profesor de estadística sí me dejó una enseñanza, nos dijo que con la estadística se podía decir que sí y que no al mismo tiempo si se sabían manejar las cifras, pero no aprendí a manejarlas muy bien, por ejemplo:
"el 100% de los que han llegado a este párrafo son inteligentísimos, solo el 5% de los participantes llegarán a éste párrafo. El 100% de la totalidad que abandonó esta lectura, es inteligentísima para el 5% que no lo hizo y se pregunta en este momento qué quiere decir el último párrafo y porqué han perdido tanto tiempo".
JLVL

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