dios, todos los dioses, con "d" minúscula
Lo único que pretendía es que se maravillaran por las pequeñas cosas, pero lo reconozco, soy un dios bastante caótico y flojo.
No te preocupes, dios con “d” minúscula sí, lo de escribirlo con mayúscula se me ocurrió inculcarlo a algunos mucho tiempo después pero era un divertimento, un poco de soberbia nunca me viene mal para reivindicar que soy todopoderoso a pesar de mi carácter dubitativo y mi inseguridad, creo.
Estoy entre vosotros temporalmente, parezco un cualquiera, más bien bastante pusilánime, pero justo porque quise habitar en mi propia creación y haciéndolo con tal desgana, me afinqué en la miserable persona que tienes al lado, sí esa persona de allí, pero no voy a girarme para verte a menos que insistas mucho y luego volveré a concentrarme en mis cosas bajo la incomodidad de tu mirada.
Llevo siglos con el plan, pero fui dejando demasiados cabos sueltos que luego resultan irresolubles e incomprensibles. Un día, por ejemplo, pensé que era buena idea explicar al ser humano su inicio, su creación, y se me ocurrieron varias fantasías bonitas, pero si bien eran una especie de fábulas para imaginar, para deleitarse en la parte occidental (como ustedes la denominan arbitrariamente y sin mucha pericia) revelé una creación rapidita, de 6 días… luego descansé, porque como ya dije soy flojo, es un don divino.
A veces me arrepiento de haber terminado con el caos inicial y haberme puesto a ordenar cosas.
Me equivoqué seguramente en dar al ser humano el libre albedrío, porque después de pensároslo mucho empezasteis con las dudas, cosa que no me preocupaba porque mi idea era liberar tanto la mente, hacerla tan abierta y enriquecida que aquellos a los que doné inteligencia terminarían sentados conmigo en una buena tertulia cuando les apeteciera, y lo llamaría “rezar”. Algunos se tomaron aquella fábula tan al pie de la letra y se fanatizaron tanto, que aún hoy serían capaces de matarme si revelara mi verdadera identidad y les contara todo esto. Cuando estos últimos rezan, simplemente repiten unos versos memorizados que no me dicen nada, sino recordarme historias repetidas que no les pasaron y a mí quizá. Yo quería que me invocaran y dijeran “¿Sabes qué me pasó el otro día…?, y platicar un rato de nuestras cosas, allí sentados en el bus, cazando grillos o bebiendo mate o vino.
Para intentar arreglar lo de los fundamentalistas que me salió mal, volví a la carga y aumenté la capacidad de discernimiento, induje las ciencias, la escritura, para que pudierais acumular más y más habilidades, cada vez más rápido, cada vez más cierta. Se me ocurrió que daros habilidades manuales y técnicas a vosotros por encima de otros animales, les daría ventajas para llegar al punto de disfrutar de ver llover, cosa –esta sí– que me costó tiempo en planificar; calibrar el sol, la distancia hasta vuestro granito habitacional, el agua, la vaporización, condensación, precipitación etc. es bastante complicado y preciso, y mira que lo he intentado en unos cuantos millones de estrellas, planetas y universos y no me ha salido igual. Todo esto sin ningún resultado, vosotros seguís empecinados en tener razón y no me contáis apenas nada, salvo alguno humilde y que carece de aquella ventaja que yo pretendía que era conocimiento, ciencia, arte… nada, lo de la superchería que creé para contrarrestar los magníficos dones, resultó ser más eficaz. Otra vez, tengo que admitir que no me salió como esperaba.
A todo ser, lo doté de la capacidad de descansar, intercambié tiempo de reposo, por tiempo de actividad, a unos más y a otros menos, según me parecía que era justo. A algunos incluso les dejé cierta actividad en la hora de reposo, para poder fantasear, completar lo que no habían conseguido durante las horas conscientes, o bien para completar sus deseos, para aumentar sus temores, para satisfacer su ego, o para arrepentirse, para advertir, para adivinar… era una idea genial completar las jornadas con sesiones oníricas. Pero otra vez fracasé, hay incluso quien entiende teorizar en esa parte íntima que no permito ver a nadie más que a quien la vive en su conciencia. Este chico alemán… Sigmund se pasó, aunque alguna razón no le quito, era un chico listo. Me pasaba como con otro que llamaron Jean Paul, con el que estaba tan desacuerdo, pero me hablaba tan de frente, tan convencido y sin conocerme, que me daban ganas de suicidarme nomás pa darle la razón.
Inyecté una dosis más de sofisticación con la revolución tecnológica porque funcionaba muy bien, daba alivio y templanza mi presencia en pequeños grupos, y decidí favorecer la “aldea global”, era como reducir las distancias físicas entre las mentes. Pero también resultó una idiotez. Menos mal que hace mucho advertí la cosa del fin del mundo desde varios puntos de vista, para todos los gustos (como advertencia). Para algunos bastará mi voluntad para hacer “¡paf!” y todo se acaba en un microinstante, para otros he preparado cambio climático, eras glaciales y meteoritos fuera de control por si encuentro una alternativa mientras tanto.
Total, estoy muy desanimado. Son días sórdidos aquellos en los que me usan como pretexto para aniquilaros en mi nombre. Para eso ya estaba yo que puedo inventarme tramas interesantísimas y llenas de amor, de intriga, de venganza o de incomprensión porque me da la gana.
En fin, debo terminar lo que estoy haciendo, pero antes tengo tres únicas y últimas cosas más que aclararte:
1. Todo es perfectible.
2. No intentes entender porqué te hablo en tu lengua y bajo tu perspectiva occidental, lo estoy haciendo con todos en su lengua y tomando en cuenta su idiosincracia, pero sois tan cerrados de mente que no compartiréis estas reflexiones con la otra parte de la población porque los diferentes os interesan una mierda y viceversa. Deberíais de hacérselo mirar por especialistas, que también he dejado preparados y diseminados por el mundo. Os bastaría empezar a hablar.
3. Igual en cuanto acabo lo que estoy haciendo, cambio de opinión, no me conocéis tan bien como los teólogos creen. No soy una ciencia exacta, esas ciencias me las inventé yo, y me la salto si lo deseo.
4. Esta es la prueba.
dios
JLVL
No te preocupes, dios con “d” minúscula sí, lo de escribirlo con mayúscula se me ocurrió inculcarlo a algunos mucho tiempo después pero era un divertimento, un poco de soberbia nunca me viene mal para reivindicar que soy todopoderoso a pesar de mi carácter dubitativo y mi inseguridad, creo.
Estoy entre vosotros temporalmente, parezco un cualquiera, más bien bastante pusilánime, pero justo porque quise habitar en mi propia creación y haciéndolo con tal desgana, me afinqué en la miserable persona que tienes al lado, sí esa persona de allí, pero no voy a girarme para verte a menos que insistas mucho y luego volveré a concentrarme en mis cosas bajo la incomodidad de tu mirada.
Llevo siglos con el plan, pero fui dejando demasiados cabos sueltos que luego resultan irresolubles e incomprensibles. Un día, por ejemplo, pensé que era buena idea explicar al ser humano su inicio, su creación, y se me ocurrieron varias fantasías bonitas, pero si bien eran una especie de fábulas para imaginar, para deleitarse en la parte occidental (como ustedes la denominan arbitrariamente y sin mucha pericia) revelé una creación rapidita, de 6 días… luego descansé, porque como ya dije soy flojo, es un don divino.
A veces me arrepiento de haber terminado con el caos inicial y haberme puesto a ordenar cosas.
Me equivoqué seguramente en dar al ser humano el libre albedrío, porque después de pensároslo mucho empezasteis con las dudas, cosa que no me preocupaba porque mi idea era liberar tanto la mente, hacerla tan abierta y enriquecida que aquellos a los que doné inteligencia terminarían sentados conmigo en una buena tertulia cuando les apeteciera, y lo llamaría “rezar”. Algunos se tomaron aquella fábula tan al pie de la letra y se fanatizaron tanto, que aún hoy serían capaces de matarme si revelara mi verdadera identidad y les contara todo esto. Cuando estos últimos rezan, simplemente repiten unos versos memorizados que no me dicen nada, sino recordarme historias repetidas que no les pasaron y a mí quizá. Yo quería que me invocaran y dijeran “¿Sabes qué me pasó el otro día…?, y platicar un rato de nuestras cosas, allí sentados en el bus, cazando grillos o bebiendo mate o vino.
Para intentar arreglar lo de los fundamentalistas que me salió mal, volví a la carga y aumenté la capacidad de discernimiento, induje las ciencias, la escritura, para que pudierais acumular más y más habilidades, cada vez más rápido, cada vez más cierta. Se me ocurrió que daros habilidades manuales y técnicas a vosotros por encima de otros animales, les daría ventajas para llegar al punto de disfrutar de ver llover, cosa –esta sí– que me costó tiempo en planificar; calibrar el sol, la distancia hasta vuestro granito habitacional, el agua, la vaporización, condensación, precipitación etc. es bastante complicado y preciso, y mira que lo he intentado en unos cuantos millones de estrellas, planetas y universos y no me ha salido igual. Todo esto sin ningún resultado, vosotros seguís empecinados en tener razón y no me contáis apenas nada, salvo alguno humilde y que carece de aquella ventaja que yo pretendía que era conocimiento, ciencia, arte… nada, lo de la superchería que creé para contrarrestar los magníficos dones, resultó ser más eficaz. Otra vez, tengo que admitir que no me salió como esperaba.
A todo ser, lo doté de la capacidad de descansar, intercambié tiempo de reposo, por tiempo de actividad, a unos más y a otros menos, según me parecía que era justo. A algunos incluso les dejé cierta actividad en la hora de reposo, para poder fantasear, completar lo que no habían conseguido durante las horas conscientes, o bien para completar sus deseos, para aumentar sus temores, para satisfacer su ego, o para arrepentirse, para advertir, para adivinar… era una idea genial completar las jornadas con sesiones oníricas. Pero otra vez fracasé, hay incluso quien entiende teorizar en esa parte íntima que no permito ver a nadie más que a quien la vive en su conciencia. Este chico alemán… Sigmund se pasó, aunque alguna razón no le quito, era un chico listo. Me pasaba como con otro que llamaron Jean Paul, con el que estaba tan desacuerdo, pero me hablaba tan de frente, tan convencido y sin conocerme, que me daban ganas de suicidarme nomás pa darle la razón.
Inyecté una dosis más de sofisticación con la revolución tecnológica porque funcionaba muy bien, daba alivio y templanza mi presencia en pequeños grupos, y decidí favorecer la “aldea global”, era como reducir las distancias físicas entre las mentes. Pero también resultó una idiotez. Menos mal que hace mucho advertí la cosa del fin del mundo desde varios puntos de vista, para todos los gustos (como advertencia). Para algunos bastará mi voluntad para hacer “¡paf!” y todo se acaba en un microinstante, para otros he preparado cambio climático, eras glaciales y meteoritos fuera de control por si encuentro una alternativa mientras tanto.
Total, estoy muy desanimado. Son días sórdidos aquellos en los que me usan como pretexto para aniquilaros en mi nombre. Para eso ya estaba yo que puedo inventarme tramas interesantísimas y llenas de amor, de intriga, de venganza o de incomprensión porque me da la gana.
En fin, debo terminar lo que estoy haciendo, pero antes tengo tres únicas y últimas cosas más que aclararte:
1. Todo es perfectible.
2. No intentes entender porqué te hablo en tu lengua y bajo tu perspectiva occidental, lo estoy haciendo con todos en su lengua y tomando en cuenta su idiosincracia, pero sois tan cerrados de mente que no compartiréis estas reflexiones con la otra parte de la población porque los diferentes os interesan una mierda y viceversa. Deberíais de hacérselo mirar por especialistas, que también he dejado preparados y diseminados por el mundo. Os bastaría empezar a hablar.
3. Igual en cuanto acabo lo que estoy haciendo, cambio de opinión, no me conocéis tan bien como los teólogos creen. No soy una ciencia exacta, esas ciencias me las inventé yo, y me la salto si lo deseo.
4. Esta es la prueba.
dios
JLVL
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